Joan Vinyes Casanovas cruzó en la madrugada de ayer (1 de diciembre) la línea de meta de la carrera de la vida. Formó parte de la época dorada del automovilismo andorrano, unos años en los que los pilotos del Principado eran esperados por todos los organizadores, sobre todo españoles, por su reconocida valía como competidores y por las mecánicas que pilotaban.
En la década de los 70, Joan Vinyes Casanovas, con su esposa Nati Dabad como copiloto, eran asiduos de los rallys españoles en los que también fueron innovadores en algunos detalles, como por ejemplo en las notas que cantaba el copiloto. Los aficionados que tuvieron la suerte de vivir en directo pruebas como la Vuelta a España, Barcelona-Andorra o el Rally de las Cavas (precursor del actual Rally Catalunya), además de diferentes pruebas de subidas en cuesta (montaña) de la época tuvieron la ocasión de ver evolucionar a un incisivo Joan Vinyes Casanovas al volante de diferentes vehículos.
Después de unos años alejado de la competición, volvió con más fuerza, si cabe, en 1985 centrandose en pruebas de montaña. Fue campeón de España absoluto en 1986 después de una espectacular temporada que se decantó a su favor en la última prueba, la Subida del Mármol. Su gran rival fue el piloto vasco Pancho Egozkue. Siguió compitiendo en los campeonatos de Cataluña, España y Europa de la especialidad hasta el 1994 siempre entre los mejores. Cabe destacar que a partir del 1988, coincidió en la lista de inscritos de muchas pruebas con su esposa Nati Dabad y su hijo Joan Vinyes Dabad. A partir de este año siguió en el mundo de la competición como sufridor, es decir, esperando noticias en el box o en el parque de asistencia de las evoluciones de sus hijos Joan y Amàlia.
El que escribe estas líneas siempre recordará a Joan Vinyes Casanovas poniendo el punto de serenidad tanto en los triunfos de sus hijos como en las jornadas decepcionantes que también las ha habido. Echaré de menos sus avisos como “No te vayas que Amàlia tiene que volver a subir al podio” o las lecciones de mecánica cuando no había entendido porque un coche había abandonado. Como buen conocedor que era de este mundo, con pocas palabras y algún gesto hacía entender a un profano (en este caso yo), lo que había ocurrido y muchas veces el porqué.
Estoy, estamos convencidos que desde donde esté nos seguirá ayudando. Gracias Joan. |